Catalina Lufin, ganadora del concurso “El amor en los tiempos del Covid”
“Era necesario hablar del amor en pandemia, porque implica un sentir más colectivo”.
Catalina Lufín Pacheco es la ganadora del concurso de cuentos de la Editorial Alicanto Azul “El amor en los tiempos del Covid” con “Primera necesidad”, la historia de una mujer mayor, cumpliendo su cuarentena en una soledad más patente que la de sus días pre- pandemia. Así que luego de conocer su verdadero nombre, saber que tiene 19 años y estudia literatura en la Universidad de Chile, quisimos conversar con esta joven que ha demostrado un talento que cautivó al jurado de este concurso.
– Ganaste el primer lugar en el concurso de cuentos “El amor en los tiempos del Covid” ¿Qué te motivó a concursar?
Este año, con un compañero acordamos comenzar a participar en concursos de literatura, y de ahí estuvimos bien atentos a convocatorias, específicamente este lo vimos por una publicación de la SECH. Así llegamos y decidimos lanzarnos a participar.
– Cuando leí tu cuento pensé que lo había escrito una persona bastante mayor. A mí me impresionó, porque cuentas la historia de una mujer adulta mayor o bastante madura y retratas de una manera que me llama la atención lo que pasa cuando estás sola, has perdido amigos, tu pareja, esa vida y la pones en el papel. Todos esos sentimientos y sensaciones.
Siempre me ha llamado mucho la atención la vejez y todo ese tema. Me gusta pensar de que a través de la literatura se puede cambiar el estigma sobre las personas adultas mayores, como personas inactivas o personas que prácticamente no sienten y están como a la deriva del mundo. No es la primera vez que escribo sobre adultos mayores, pero sí es la primera vez que lo logro desarrollarlo como a mí me gustaba. Para mí era importante hablar de una mujer, y plantearla como una mujer deseante siendo ella adulta mayor. Una mujer que quiere amar, que al final tiene necesidades tanto emocionales como físicas. No sé en realidad porque me interesa tanto ese tema, pero es una de las cosas que siempre he querido explotar y trabajar a través de la literatura.
– Pero me llama la atención la profundidad de tu mirada. Me gustaría saber si conversaste con personas, o has tenido experiencias con adultos mayores cerca.
En ese sentido yo soy la persona más joven de mi familia. En mi familia son todos muy, muy mayores. De hecho mis papás, siempre se ríen de esto, porque cuando yo era guagüita siempre pensaban que eran mis abuelos. Me tuvieron al punto que ya no iban a poder tener güaguitas. Siempre me he rodeado de gente mucho mayor que yo. También soy muy cercana con juntas de vecinos de acá, que también las componen gente muy mayor. Convivo mucho con gente mayor y me he acostumbrado a su manera de ver las cosas y también de percibir la vida. Entonces no se me hizo particularmente difícil porque igual la tengo bien de cerca.
– Cuéntame un poco, estudias literatura ¿Verdad?
Sí, estoy en tercer año de literatura.
– ¿Cómo ha sido la experiencia de estudiar literatura?
Es una experiencia muy linda, me ha gustado muchísimo la carrera pero es triste igual, por las condiciones que se les trata actualmente a la cultura y al arte en Chile, el hecho de tener un futuro incierto en términos laborales. La incertidumbre de no saber qué se necesita para… no quiero decir triunfar o ser exitoso en el área de la literatura, pero al final para poder vivir de ello. Esa es una de las cosas que me aqueja a mí y a mis compañeros de generación. Pero poder estudiarla, conocer a los profesores, ha sido una experiencia maravillosa.
– Algunos años atrás, me sorprendió mucho, conversaba con un amigo que bueno, después se transformó un escritor conocido, él al entrar a estudiar literatura encontraba que allí veían muy distante los escritores, ¿eso sigue pasando?
Sí, totalmente. Creo que yo misma incluso cuando hablo con profesores que publican libros actualmente y como que no asimilo la idea que estoy teniendo clases con ellos o como que trato de desvincularlos de su rol de escritor. No sé por qué se dará eso. Los escritores se ven como algo muy lejano. Además se piensa como que son pocos los escritores, porque como los famosos son pocos, la profesión queda hasta ahí. Al final si uno no tiene un nombre hiper reconocido, no escribes o no lo haces como oficio.
– ¿Qué te llevó a estudiar literatura?
Me terminó convenciendo una profesora en realidad. Es una historia bien común, que yo era cercana al área de las humanidades y las ciencias sociales y desde el momento que conté que era cercana a esa área, en mi familia me decían que estudiara derecho, porque era la carrera que se ve más rentable por esa área. Pero una profesora me dijo que tenía que estudiar aquello que para mí era indispensable o sea independiente de la carrera que yo estudiara tenía que pensar en aquello en lo que siempre me veía trabajando y al final me di cuenta que era escribir, la literatura, me veía siempre trabajando en una editorial, entonces decidí arriesgarme, no me arrepiento porque creo que fue la decisión correcta.
– ¿Leías, tenías autores de cabecera, escribías antes de entrar a estudiar la carrera de literatura?
Sí, de hecho igual participé en concursos de mi liceo antiguamente y me fue bien, en un par de oportunidades, me impulsó mucho leer a Julio Cortázar en primero medio con las “Historias de cronopios y famas” y todo ese tipo de cosas.
– Hoy día ¿Qué autores estás leyendo con pasión, con entusiasmo?
Hoy por hoy una de las lecturas que más me llegan han sido varios cuentos de Virgina Wolf, también la poesía de Walt Whitman y una escritora chilena desde que la agarré no la pude soltar: Nona Fernández. Esos tres son los que más he frecuentado últimamente.
– ¿Qué te pareció la idea del concurso? cuando viste la promoción, hablar de amor en medio esta pandemia.
A mí me gustó mucho el nombre del concurso por como hacía alusión al título de la novela. Igual me pareció necesario porque creo que era una oportunidad en que a través de la literatura podamos conectar aquello que con el distanciamiento social y la cuarentena, estábamos perdiendo que es el amor. En el detalle con las bases del concurso me gustó la manera como se trataba el amor, porque no era una cuestión meramente romántica si no que lo abarcaba todo. Eso igual me permitió pensar en explotar esto de una persona ya mayor, no solamente una historia de amor como no sé de dos jóvenes que se enamoran o algo así. Siento que permitía muchas más posibilidades y me gustó eso. Era necesaria la temática del amor en pandemia, porque había visto otro tipo de concursos que eran sobre todo micro cuento y ahí mi el formato de micro cuento no me gusta tanto. Eran tu cuarentena en 100 palabras, o cómo lo has vivido, más el proceso personal de esto. Creo que era necesario hablar del amor, que implica necesariamente un sentir más colectivo.
– Alguien decía por ahí de que la literatura es una mentira que te permite contar la verdad ¿Qué piensas tú al respecto?
Hace muy poquito leí un texto para la universidad donde citaban esa frase. Yo creo que es una manera de decirlo, no sé si coincido tanto con ella porque en el fondo la literatura tampoco es una mentira, sino que es otra forma de realidad y es real conforme a sus propias leyes. No diría que la literatura es mentira por el hecho de que no es verdad según nuestras propias normas de la realidad, entonces creo que más que ver a la literatura como un escapismo la veo como una posibilidad dentro de las tantas que hay para tener una experiencia distinta de la vida.
– ¿Alguna técnica que tengas para escribir?
Particularmente no. Soy de ir anotando ideas, tengo un cuadernito con ideas y después cuando ya tengo tiempo, las voy desarrollando. Soy fanática de anotar todo: ideas, nombres de personajes, sobre el tema de los personajes que creo se me da bien, desarrollarlos, caracterizarlos.
– ¿Qué te interesa más con la escritura? ¿Contar historias? ¿desarrollar personajes?
Creo que parto por el tema de los personajes. Nunca tengo una historia y después se van dando los personajes, sino que tengo un personaje y de ahí saco su historia.
– No eres de las escritoras que tienen todo en la cabeza antes de sentarse a escribir.
No, definitivamente no. Soy muy caótica en ese sentido. De hecho el final de este mismo cuento no lo tenía para nada pensado. Tenía claro que tenía una mujer mayor y que quería escribir sobre ella y ahí lo empecé como a enarbolar de a poco pero creo que rara vez tengo todo claro.
– ¿Cuánto corriges después de haberlo escrito? ¿lo haces al tiro o lo dejas reposar un tiempo?
Trato de no corregirlo altiro porque creo que igual leer en seguido lo que uno acaba de escribir hace que a uno se le nuble un poquito la vista. Prefiero dejarlo reposar a veces un día. Prefiero tratar de olvidarme de lo que escribí y después corregirlo. Me cuesta igual soltar los textos. De hecho este igual me costó soltarlo. Creo que lo mandé como dos horas antes que cerrara el concurso.
– ¿Qué más tienes escrito?
Tengo escrito principalmente cuentos cortitos como éste. Me gusta harto tratar el tema de las mujeres, historias de mujeres, en la ciudad también. Trato también de escribir de política pero igual ahí tengo como un problema por el hecho de que siento que la novela como ideológica, los relatos más ideológicos igual a veces se perjudican cuando es dogmático, por así decirlo, y se perjudica la parte estética. Pero me gusta escribir de política. De hecho tengo algo como a medio desarrollar, es un cuento más largo ojalá, que habla sobre una mujer involucrada al mundo de la política y las aventuras y desventuras que eso implica.
– ¿Investigas para hacer el personaje o solo imaginas?
En el caso de la mujer metida en política tengo varias referencias cercanas entonces no me es tan necesario investigar. Además yo misma, compañeras cercanas también, que militan en organizaciones, que al final se organizan por distintas causas, movimientos sociales. Entonces en este caso no es tan necesaria la investigación. En general investigo más de las cosas que de las personas, por ejemplo de algún suceso histórico, cuando quiero hacer referencia. Pero para construir personajes me ha tocado la suerte de tenerlos más o menos cerca.
– Ok. Saqueas de la realidad.
Sí, bien ladrona (risas).
– Háblame de tus influencias o las lecturas que se le meten a uno en los textos
Creo que cuando estoy leyendo algo, lo que sea, inevitablemente se me mete en lo que estoy escribiendo, inevitablemente. Ahora estoy leyendo una novela que se llama “Stone butch blues”, norteamericana y claro, o sea también se me mete en esto del tema de la mujer en política porque hablamos de lo mismo entonces siempre se me cruzan las historias de lo que estoy leyendo con aquello que estoy escribiendo. Trato de desviarlo un poquito, pero igual es complicado. Los libros de la Nona Fernández, por ejemplos, siempre se me meten. O los de Lemebel. El tono sobre todo de esos dos autores siento que se me ha pegado. No sé si para bien o para mal.
– ¿Qué le dirías a la gente que te va a leer?
Bueno yo creo que esté abierto a percibir la experiencia de una mujer adulta, estar abierto sobre todo a mirar la vida desde esa perspectiva. De una mujer que no solamente ha estado encerrada, si no una mujer que también la han encerrado desde antes de la pandemia en casillas mucho más complejas de romper. Decirles gracias a las personas que lean, para mí es una experiencia súper nueva y me emociona mucho pensar en que personas pueden leerme y que les pueda gustar lo que yo escribo.
TEXTO ESCOGIDO Igual que después de la muerte de su esposo, los días se volvieron pesados. La casa le resultaba extraña, demasiado grande para ella sola y llena de chucherías que le recordaban su antigua vida. Durante la noche, los pasillos parecían alargarse y torcerse en cientos de espirales que por la mañana eran como laberintos, los cuales Patricia debía resolver para ir de una habitación a otra. A veces amanecía desorientada y se sentaba a los pies de su cama por horas, tratando de construir puentes entre la noche anterior y el sol creciente, entre su inquieta juventud y su vejez sedentaria, entre la cocina y el baño que antes estaban tan cerca. Un día, después de sorprenderse absorta en la programación comercial de madrugada, admitió que tenía miedo. Tenía miedo de desaparecer entre sus muebles viejos y fundirse en el tejido de sus sábanas.