Rosario Orrego a la mujer de Chile
LA MUJER
(Poesía leída en la Academia de Bellas Letras)
Instruid a la mujer, si queréis pueblos
Que se eleven felices, soberanos.
Mirad que la mujer tiene en sus manos
La vasta cuna del humano ser.
Su mágico atractivo, su alma tierna,
La hacen irresistible y poderosa,
Y en el modesto hogar, dulce, amorosa,
Crea un mundo a su imagen la mujer.
La vida misma de los grandes pueblos
Como en su espejo se refleja en ella:
Si es instruida y virtuosa, antes que bella,
Allí habrá dicha, libertad, unión.
La mísera ignorancia es para su alma
Ruda maleza que una flor marchita
Y al abismo tal vez la precipita,
Manchando la virtud del corazón.
Hoy Chile no es la patria del pasado!
Ya el telégrafo cruza nuestro suelo,
La audaz locomotora en raudo vuelo
Montes y abismos se le ve salvar.
Las ciencias y las artes se difunden,
Se ilumina la mente creadora,
El libre pensamiento se enseñora
Y el extranjero aquí fija su hogar.
Y en medio de este mágico concierto
Que eleva a nuestra patria a su apogeo,
¿Quedará la mujer, débil pigmeo,
Sin levantar la mente a otra región?
¿La fuente del saber le fue vedada?
¿No recibió de Dios la inteligencia?
¿Las bellezas y de la ciencia
Rudos misterios para el alma son?
Sensible, amante, generosa, ingenua,
Escollos mil encuentra en su camino,
¿Y cómo ha de luchar contra el destino,
Si no adquiere la ciencia del vivir?
Si su espíritu noble es cultivado,
Más brillarán las dotes de su alma,
Y en la recia tormenta hallará calma
Y angélico valor para sufrir.
Pues, ¿qué le sirve frágil hermosura,
Flor que deshoja el hálito del viento,
Si no brilla en su frente un pensamiento
Que revele su origen celestial?
¿Si abandona su rica inteligencia
Bajo el ocio fatal que la domina,
Si no estudia, no piensa, no imagina
Más allá de lo frívolo y trivial?
Todo cuanto es de formas se aniquila,
La juventud es gala de un instante,
Palidecen las gracias del semblante,
Se niega a sonreírnos el placer.
Mas, siempre joven, vivirá radiante
Del ingenio la lumbre seductora:
La mente en sus arcanos atesora
Belleza, gracia, juventud, saber.
Si ella más virgen, soñadora y bella
Tiene la viva, la sensible mente,
No miréis con espíritu indolente
Extraviarse su ingenio en el error.
Mostradle el vasto campo del estudio,
Premiad con noble aplauso su desvelo,
Y amante, inteligente, os dará un cielo
Dando al hogar la dicha y el amor.
Valparaíso, 1873.